miércoles

Generación de mierda...


No necesitamos banderas (1984)

Con la autoridad que nos da el buen juicio
y en pleno uso de nuestra razón
declaramos romper en forma oficial
los lazos que nos pudieron atar alguna vez
una institución o forma de representación
que nos declare parte de su total.
Con toda honestidad y con la mente fría
renegamos de cualquier patrón
ya todas las divisas nos dan indiferencia
renegamos del cualquier color
se llame religión, se llame nacionalidad
no queremos representatividad
No necesitamos banderas,
no reconocemos fronteras
no aceptaremos filiaciones,
no escucharemos mas sermones

Es fácil vegetar, dejar que otros hablen
y decir ellos saben mas que yo
ponerse una insignia marchar detrás de un líder
y dejar que nos esgriman como razón
no vamos a esperar
la idea nunca nos gusto
ellos no están haciendo lo que al comienzo se pactó.



Los ´80
Generación de Mierda

“Era un precioso país de juguete”
José Donoso


Suenan Los Prisioneros en las radiocaseteras fondeadas en la clandestinidad del cassette pirata. Es 1986 y lo que corre en la cinta es La voz de los ´80, aquel disco que logra transformar en rock crudo y letras afiladas la voz de toda una generación sumida ya, a esas alturas, en más de una década de dictadura. No necesitamos banderas, canción incluida en aquel disco generacional, vuelve a retomar, de una manera más potente y contestataria que el resto del disco, la canción de protesta iniciada ya en la Violeta, asumida en Victor Jara, en los Quilapayún, perdida en la censura violenta, en la represión armada del poder militar a cargo del estado.
En este contexto la apuesta de Los Prisioneros es arriesgada, esta canción no sólo podemos considerarla como canción de protesta, al detenernos en sus letras y su música vemos en ella más bien la intención de crear un manifiesto, un manifiesto con todas sus letras. Este corte en La voz de los ´80 se deja escuchar como una declaración explícita de una actitud contestataria, pero así también un intento de hacer pública una posición frente a una realidad totalitaria.
La idea que atraviesa transversalmente esta canción es el impulso de negación, la necesidad de rechazar aquella realidad impuesta, la idea no es sólo renegar de la autoridad, como podemos ver en las letras mismas, la protesta es contra toda una identidad que intenta imponerse desde las ideologías nacionalistas a las cuales apelaba el gobierno militar. De ahí la explícita manifestación del rechazo, no sólo a las instituciones de poder, es también el renegar de los símbolos representativos de la patria –la bandera-, es la negación de la identidad chilena, incluso más allá, es el renegar de cualquier identidad erigida en estandartes representativos de una oficialidad, ya sea, citando a Jorge Gonzáles, que ésta “se llame religión / se llame nacionalidad / no queremos representatividad”. Se ve esta actitud de las letras reflejada notablemente en el aspecto musical de la canción, un rock híbrido –punto para los Clash-, mezcla entre reggae oscuro, distorsionadas guitarras que abren paso a aquellas líneas de actitud punkie.

En el otro extremo, el tema de la identidad lo encontramos también presente en la obra de José Donoso. El año 1986 no sólo ve nacer el trío rockero de La voz de los ´80, también presencia el regreso, tanto físico como literario, de José Donoso de un exilio autoimpuesto, también podríamos decir tal vez, en ambos sentidos. La desesperanza (1986) constituye el hecho concreto de aquel regreso y cómo se plasma aquella experiencia.
¿Quién viene de vuelta?
Donoso, si asumimos el reflejo en su protagonista Mañungo Vera, viene en búsqueda de una identidad perdida –motivo transversal en toda su narrativa-. Los Prisioneros están renegando de la suya impuesta por este orden totalitario.
La novela de Donoso se centra en el regreso de Mañungo Vera, cantante de protesta que salio al exilio al verse vinculado con el derrocado gobierno socialista hace más de 10 años, y que llega a enfrentarse con una dictadura que no presenció, pero que le toca enfrentar de golpe a medida que se va introduciendo en la realidad del país, una realidad que siente necesario enfrentar. Para Mañungo, y para el mismo Donoso reflejado en su protagonista, el regreso tiene también que ver con la culpa de no haber estado en un momento crucial para la historia del país, el no vivir el golpe de estado lo siente como una traición a sus compatriotas que se quedaron:

“Era como si me hubiera ahorrado la parte más dolorosa de la historia de mi generación. Me trababa estar obsesionado con esa historia que no viví, que me hacía sentirme mutilado e incompleto. Por eso creo, me vine, para ver si puedo recuperar esas partes mutiladas[…] Quisiera reincorporarme a la historia de mi generación para volver a cantar, pero no como un muñeco de marca prestigiosa. Regresar a Chile en estado de sitio es incorporarme a la locura de este segundo golpe de Estado, ya que no viví el primero.
– ¿Vas a decirme que tu regreso es una expiación?
– Exacto. "
(Donoso: p. 127-128)


Donoso representa la mirada inquisidora del que regresa del exilio, el crítico Naín Gómez describe entre las características del exiliado la sensación de no tener una autobiografía en el nuevo país, una pérdida de identidad, al que siguiendo a Donoso podríamos agregar la experiencia de intentar volver a orientarse en una realidad impuesta, completamente nueva en el regreso. Donoso, quien si bien en esta novela toma por primera vez una posición en cuanto a política, viene más de examinador que a tomar partido por alguna causa explícitamente o a defender alguna posición frente a la realidad con la cual viene a encontrarse, aún cuando sí a través de sus personajes va delineando algunas perspectivas, en las cuales encontramos, en el alter ego ficticio de Donoso, rasgos claros de una autocrítica por la ausencia que va alternando y contrastando con la visión de los que sufrieron el proceso del golpe.
Resulta interesante comparar entonces estas dos formas de enfrentarse a la búsqueda y apropiación de una identidad perdida o nunca encontrada en una sociedad regida por un estado totalitario; Donoso por su parte regresando bajo la imagen de un cantante de protesta fracasado a su país gobernado por la dictadura, intentando resolver en esta experiencia una identidad inconclusa que tiene que ver más con una culpa por una ausencia autoimpuesta y que choca con esta realidad nueva, con esta conciencia y carácter que adoptan los chilenos bajo este marco de violencia. En ese sentido Los Prisioneros serán el producto de esta sociedad marcada para siempre por el golpe de estado y el poder totalitario.

Más de diez años de dictadura serán el caldo de cultivo para este disco generacional como es La voz de los ´80, un disco en el que presenciamos también un tema con la identidad, hay una fuerte crítica durante todo el disco a los modelos representativos, identidades deterioradas –los hippies, los punks, en el tema homónimo al disco; el exiliado que vuelve, el mismo cantor incomprendido en ¿Por qué no se van?-, la parada de Los Prisioneros está más en renegar de una identidad impuesta por, como ellos mismos llamarán en una de sus canciones, esta generación de mierda.

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