Perdidos en el proceso...
El Cóndor (1993)
Esta no es una canción, es un insulto radical,
como quisiéramos mear en un casco militar,
también podríamos quemar una bandera de Renovación Nacional
y ver tirado en un basural uno que otro puto general
y veo un cura falso y maricón y un político farsante,
yo te digo padre Hasbún, venga el burro y te lo plante.
Como quisiera ver venir desde las altas montañas,
un gran cóndor con diarrea que cagara, que cagara
y que cagara en el congreso, en la moneda
y nuestra sana iglesia ¡sana!
Esta es la historia de Alicia en el país de las mentiras,
mordida, violada por perros capitalistas,
la historia de mi patria usada y manoseada
por tanto cerdo, perro, puto, negociante
Como quisiera ver venir volar de las altas montañas
un gran cóndor con diarrea que cagara y que cagara.
Que cagara en el congreso, que cagara en la moneda,
Que cagara en el congreso, que cagara en la moneda,
que cagara en nuestra iglesia, que cagara, que cagara!
Como quisiera ver venir volar de las altas montañas
un gran cóndor con diarrea que cagara, que cagara!!
Esta es la historia de alicia en el país de las mentiras
mordida, violada por perros capitalistas,
la historia de mi patria usada y manoseada,
la historia de alicia en el país de las mentiras
Los ´90
Perdidos en el proceso
Los noventa se abren con el proceso de transición de la dictadura a la democracia en el país. Es la época de las celebraciones en masa en las calles, los jingles que cantan a la alegría, Pinochet fuera de la Moneda, y el comienzo de una nueva generación.
Perdidos en el proceso
Los noventa se abren con el proceso de transición de la dictadura a la democracia en el país. Es la época de las celebraciones en masa en las calles, los jingles que cantan a la alegría, Pinochet fuera de la Moneda, y el comienzo de una nueva generación.

Esta es la época en la que ya no quedan casi rastros de aquella canción de protesta y comienza a aparecer tímidamente una escena artística en el país, escenario muy distinto al de décadas anteriores. Es como si aún persistieran los miedos causados por la represión o porque simplemente el objeto de protesta fue dado de baja, al final el pueblo ganó. Sin embargo hay una agrupación que aún persiste en su sonido y en su lírica contestataria, inconformista, son Los Fiskales Ad-Hok quienes dejan la represión de la dictadura para entrar en los ´90 a plasmar en una serie de discos –hasta ahora no han parado de editar discos- con toda su crítica punk radical arrastrada de la experiencia dictatorial. Es más, la escena punk comienza a tomar fuerza entrada esta década –se unen grupos como Los Miserables o Los Peores de Chile-, así también el rock –con Los Tres- y el Hip-Hop –Los Panteras Negras, Tiro de Gracia- ayudan a armar una escena incipiente pero muy variada.
En los Fiskales Ad-Hok, a diferencia de muchas otras bandas de esta época que comienzan a proliferar, se mantiene aún aquella crítica ácida, confrontacional, explícita que había nacido en contra de la sociedad chilena bajo dictadura. Es así como en 1993 los Fiskales Ad-Hok editan su disco homónimo, lleno de un punk feroz que no se compra el cuento de la transición tan fácil.
Dos años antes, en 1991, un escritor en ciernes irrumpe en la escena literaria con su primera novela. Es Alberto Fuguet con su Mala onda bajo el brazo. Aquella historia –que causó tanto revuelo en su aparición- del chico de 17 años que narra la desenfrenada juventud que enfrenta, hijo de una familia disfuncional y adolescente malas pulgas en plena dictadura. En resumen, todo mal. Entonces también tenemos a Fuguet de 27 años escribiendo en 1991 una novela de un joven –o el joven que alguna vez fue- del año 1980, atravesando la plenitud del gobierno militar, intentando sobrellevar la “mala onda” inserta en él, acechante en todos.

De la mala onda en Fuguet al insulto radical en los Fiskales, todo producto de la experiencia de aquel pasado cercano, son los hijos de la dictadura que comienzan a crear e inevitablemente vuelven sobre aquella primera experiencia. El caso de los Fiskales Ad-Hok en su canción El Condor, es notablemente radical en este sentido: primero, es abiertamente un insulto a los símbolos de nación, siguiendo la línea de la negación representativa desde Los Prisioneros: el Cóndor –el escudo patrio-, la casa de gobierno, partidos políticos derechistas, militares. En fin, queda manifiesto claramente en este extracto del escenario musical chileno de los ´90 que aún estaban muy lejos del camino hacia un proceso de transición pasivo y conformista, menos aún si en estos momentos se quiere hablar de olvidar el pasado, vemos que claramente el rescatar las experiencias de aquel pasado será parte del proyecto creativo de los ´90.
Habrán, esto es visible, distintas formas de encontrarse con aquella experiencia pasada, en la mayoría de los casos se manifiesta como una experiencia traumática, la actitud Fiskales, y su canción el Cóndor son parte de este grupo, de ahí que llamen a quemar banderas, mearse en los cascos de militares, cagarse en la Moneda . Lo de Fuguet es más contextual, aún cuando Mala onda está plagado de referencias a la experiencia del gobierno militar, la posición que toma frente al tema es más bien neutra e incluso llega a parecer a ratos una crónica, bastante ácida y mordaz, de la vida en esos tiempos, en esas condiciones:
“El Si ganó con un 67,6 %[…] Demasiada gente, montones de familias con niños y abuelos salieron a las calles a celebrar el futuro, a brindar por la seguridad, por la promesa de que ya nada malo vendrá[…] ahora entendía mejor a los del SI , a los que votaron por mantener todo igual, porque ahora que lo sé, lo que más asusta es el cambio, la posibilidad de que todo se quiebre, se hunda, que todo se dé vueltas. Y cambie.” (Fuguet: p. 293)

La década de los noventa se planteó entonces como un proceso de recuperación, aún muchos permanecían en estado de shock, lo que se refleja en su creación, especialmente los jóvenes creadores, quienes se formaron dentro del gobierno militar y vivieron, y aún viven algunos, el proceso de transición a una prometida democracia, a una libertad que muchos hasta ese momento no conocían, de ahí que la creación artística en estos tiempos se transforme a veces en una terapia, una liberación del trauma de la dictadura.

La década de los noventa se planteó entonces como un proceso de recuperación, aún muchos permanecían en estado de shock, lo que se refleja en su creación, especialmente los jóvenes creadores, quienes se formaron dentro del gobierno militar y vivieron, y aún viven algunos, el proceso de transición a una prometida democracia, a una libertad que muchos hasta ese momento no conocían, de ahí que la creación artística en estos tiempos se transforme a veces en una terapia, una liberación del trauma de la dictadura.
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