miércoles

Las primeras composiciones...


"Cantores que reflexionan" (1967)

En la prisión de la ansiedad medita un astro en alta voz,

gime y se agita como león como queriéndose escapar.

¿De dónde viene su corcelcon ese brillo abrumador? Parece falso el arrebol

que se desprende de su ser. Viene del reino de Satán,toda su sangre respondió,

quemas el árbol del amor, dejas cenizas al pasar.

Va prisionero del placer y siervo de la vanidad, busca la luz de la verdad,

mas la mentira está a sus pies. Gloria le tiende terca red y le aprisiona el corazón,

en los silencios de tu voz que se va ahogando sin querer.La candileja artificial

le ha encandilado la razón, dale tu mano, amigo sol, en su tremenda oscuridad.

Qué es lo que canta digo yo,no lo consigue responder, vana es la abeja sin su miel,

vana la hoz sin segador. ¿Es el dinero alguna luzpara los ojos que no ven?

Treinta denarios y una cruz responde el eco de Israel.

¿De dónde viene tu mentiry adónde empieza tu verdad? Parece broma tu mirar,

llanto parece tu reír.

Y su conciencia dijo al fin cántale al hombre en su dolor,en su miseria y su sudor

y en su motivo de existir. Cuando del fondo de su ser entendimiento así le habló

un vino nuevo le endulzó las amarguras de su hiel.

Hoy es su canto un azadón que le abre surcos al vivir,a la justicia en su raíz

y a los raudales de su voz. En su divina compresión luces brotaban del cantor.

1960 a 1980
Las primeras composiciones


Violeta canta como queriendo enseñar, como si a través de su canto también, como aflora el canto popular, el amor a la poesía y la tierra, brotaran los genes de su padre profesor. Así sus últimas composiciones logran reunir una muestra heterogénea de los distintos ámbitos en los que la música y la lírica de la Violeta se movían. La tradición del folklore campesino es el eje que une cada una de las composiciones de esta obra. Son sus últimas composiciones, de ahí su nombre, Violeta de alguna manera anuncia la súbita muerte que encuentra en el suicidio poco tiempo después, de ahí que este folklore arraigado ya en su arte suene más oscuro, doloroso. Porque al escuchar estas últimas composiciones, hay un canto al dolor, a todos los dolores humanos. La Violeta agradece y maldice con tristeza, pero también tiene aún fuerzas para enfrentarse junto a su guitarra y su lírica de protesta. Porque es la Violeta en quien ve la luz, desde la tradición popular, la idea de la canción de protesta: el no cantar por cantar. Mazúrquica modérnica en un tono irónico define su posición frente a esta veta de su canto, pero es Cantores que reflexionan donde de una forma más bien didáctica, como contándonos una historia, desarrolla lo que significa hacer música comprometida, con un sentido social. Violeta en esta canción rechaza explícitamente la idea del arte por el arte, Cantores que reflexionan viene a ser la creación que define lo que ella y su canto representan, así también muestra su oposición a un arte sin sentido por mera vanidad o ambición:

“Qué es lo que canta digo yo,
no lo consigue responder,
vana es la abeja sin su miel,
vana la hoz sin segador.
¿Es el dinero alguna luz
para los ojos que no ven?”

Violeta compara el cantor a la tierra, a la naturaleza, la tradición campesina de su canto aflora aún en su canto comprometido. Pero el cantor para Violeta también es el campesino frente a la tierra, el trabajador de los campos. Violeta inaugura en estas composiciones, sobre todo en esta canción en especial, la idea del cantor popular deba su canto al trabajador, al campesino, luego obrero en Víctor Jara, este es el humano explotado, que sacrifica su vida en su trabajo. La Violeta reclama el canto hacia el dolor de aquellos hombres, reclama el sentido del canto en contra de las injusticias que causan aquella miseria.



Carlos Droguett terminó de escribir Matar a los viejos en Mayo de 1980, lamentablemente no pudo ver su novela publicada editada íntegramente. Más de veinte años tuvieron que pasar, víctima de la censura, para que la novela saliera a la luz tal como la conocemos ahora. Matar a los viejos en ese sentido una novela que intenta retratar una época en la cual está siendo producida, esta obra de Carlos Droguett es una novela escrita en la década de los 70, entregada a la publicación en 1980 para la generación que aún soportarían junto a la novela en la represión del silencio forzado, y que finalmente pudo ver la luz como una obra en su totalidad en el 2001.

"A Salvador Allende,
Asesinado el martes 11 de setiembre de 1973 por
Augusto Pinochet Ugarte,
José Toribio Merino Castro,
Gustavo Leigh Guzmán
Y César Mendoza Durán."

Aquella es la dedicatoria que inaugura la novela, las primeras líneas que reciben al lector, y son precisamente estas palabras las que Droguett no quiso omitir y por las cuales entre tantas razones que se dispersan en la novela, la obra fue censurada. Es que esta novela de Droguett representa un ataque frontal contra el régimen totalitario impuesto en Chile, lo hace desde un exilio forzoso, víctima del mismo poder armado que en estos veinticinco capítulos se dedica a criticar ferozmente.

“La gente se aparta, respetuosa o temerosa, la gente guarda miedo todavía, a pesar de todos los años silenciosos e iguales que lo reclutaron para ser vagamente un ser humano, un desconocido y endurecido milico, un mediano y lento general, esperando impasible su hora y su sangre, lanzado como un bólido hacia el futuro, hacia las profundidades de abajo o de arriba, las dos al mismo tiempo.” (Droguett: p. 10-11)


La imagen de Pinochet en una jaula, despojado de poder, humillado a la condición de bestia en exhibición pública sólo nos hace una idea de lo que representa la obra.



“Ahora no es sólo más inofensivo, o inofensivo del todo, como una fiera venida a menos en la selva aislada, está, además, flaco, desinflado, gibado, la barba crecida y revuelta muestra la mugre de las canas y de un cuerpo que no se baña, hediondo a sudor, a excrementos, a cadáver.” (Droguett: p. 11)

La intención de Droguett en estos veinticinco capítulos es dar forma a una historia que se encargue de retratar el devenir histórico del país desde el golpe militar y la muerte de Allende. A través de diversos personajes, construye diversas miradas a una misma realidad desoladora. El autor reúne las voces tanto de víctimas y victimarios para lograr un marco amplio en el cual desenvolverse, lo narradores van cambiando, también los espacios, el tiempo, para lograr finalmente un gran collage de la tragedia que vive el país.
Seres acostumbrados a la muerte, al silencio, al miedo, víctimas de un régimen brutal son los personajes que rondan en la novela de Droguett. Hay una sensación de estar repitiendo la tragedia, aquella sobre la que ya había narrado Droguett en la crónica de 1940 Los asesinatos del seguro obrero. Regresa el autor con Matar a los viejos a presentar un proyecto narrativo que nos vuelve a poner de cara con la tragedia de una sociedad a través de su crítica, armando un cuadro feroz de una sociedad desolada a través de los pequeños retazos de vida que nos ofrecen sus personajes, pero que iremos leyendo como pedazos en clave de una realidad fragmentada.
Para Droguett “un arte que no sirve para ayudar a vivir, no tiene razón de ser”, por lo mismo se enfila con esta obra comprometida con la realidad histórica de Chile, escrita en una contemporaneidad con los sucesos que narra. El proyecto narrativo de Droguett se une al canto de la Violeta en sus últimas composiciones:

“cántale al hombre en su dolor,
en su miseria y su sudor
y en su motivo de existir.
Cuando del fondo de su ser
entendimiento así le habló
un vino nuevo le endulzó
las amarguras de su hiel.”
Ambos creadores, Violeta con su guitarra y Droguett años más tarde siguiendo la senda del artista comprometido con su obra fiel al retrato de una sociedad marcada por la tragedia y la denuncia pública de estos hechos marcarán en las décadas 60 y 70 el inicio y proliferación de creadores que reflexionan –siguiendo a la Violeta- sobre la realidad social y las injusticias, ejemplos como el de Víctor Jara quien será asesinado días después del golpe de estado en 1973, víctima de la represión y su fiel compromiso con el canto y las clases populares.



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